El Papa Francisco recibió este jueves a quienes participaron de la conferencia "La dimensión comunitaria de la santidad", que fue organizada por el Dicasterio para las Causas de los Santos, y que tuvo lugar en el Instituto Patrístico Augustinanum de Roma, del 13 al 15 de noviembre. 

Al prefecto, cardenal Marcello Semeraro, a los superiores, a los funcionarios, a los postuladores y a los colaboradores, el Papa les recordó los tres "aspectos" de la santidad, empezando por la "dimensión comunitaria", muy querida por el Concilio Vaticano II, que Juan Pablo II definió como la “vocación universal a la santidad”; es decir, la llamada dirigida a todos a ser santos.

Esposos, célibes, personas consagradas, laicos, familias
Esa perspectiva se fue desarrollando a lo largo del tiempo, como lo demuestra -aseguró el pontífice-, "el número de beatificaciones y canonizaciones de hombres y mujeres pertenecientes a diferentes estados de vida: casados, célibes, sacerdotes, consagrados y laicos de todas las edades, familias enteras -pienso en los mártires de Polonia, la familia Ulma- y personas de la cultura". 

Se trata de todos los hermanos y hermanas pertenecientes al "santo pueblo fiel de Dios" o, como dice el pontífice, los llamados santos "de la puerta de al lado", "miembros de nuestras comunidades" que "vivieron una gran caridad en las pequeñas cosas de la vida cotidiana, incluso con sus límites y defectos, siguiendo a Jesús hasta el final".

Son el ejemplo de una "santidad que une", en el sentido que, explica Francisco, "no es sólo un acontecimiento personal, sino también comunitario". Porque "cuando Dios llama a una persona, es siempre para el bien de todos". Al respecto, el Santo Padre citó la Gaudium et spes, que afirma: "La santidad une y, por la caridad de los santos, podemos conocer el misterio de Dios que, unido a cada hombre, abraza a toda la humanidad en su misericordia, para que todos puedan ser sólo una cosa". 

“¡Cuánto necesita nuestro mundo encontrar unidad y paz en este abrazo! Necesitamos esto”, exhortó.

Los escritos de Santa Teresita
En el mismo sentido, el Papa recordó las palabras de santa Teresa del Niño Jesús, a quien, en el 150º aniversario de su nacimiento, dedicó la exhortación apostólica C'est la confiance. En sus escritos, Teresita, "con una sugerente imagen bíblica, contempla a toda la humanidad como el 'jardín de Jesús', cuyo amor abraza todas sus flores de manera inclusiva y excluyente, y pide ser iluminada hasta la incandescencia del fuego de este amor, para llevar allí a todos nuestros hermanos".

Es evangelización "por atracción". Es testimonio: es fruto al mismo tiempo de la más alta experiencia mística del amor personal y de la "mística del nosotros", agregó Francisco.

Santos matrimonios
Este "nosotros" adquiere la dimensión de una santidad "familiar", afirmó el Papa. Hay muchos ejemplos en la Iglesia de "matrimonios santos, en los que cada cónyuge era instrumento para la santificación del otro". 

El Papa Francisco mencionó a algunos de ellos: Luigi y Zelia Martin; los bienaventurados Luigi y María Beltrame Quattrocchi; los venerables Tancredi y Giulia di Barolo y Sergio y Domenica Bernardini. Además, a Jozef y Wiktoria Ulma y sus siete hijos, bárbaramente asesinados por los nazis por esconder judíos en sus casas durante las persecuciones, beatificados el pasado mes de septiembre en Polonia. Son "un ejemplo luminoso", subrayó el Papa, y son "todos mártires".

Tiempo de mártires
Sí, porque la santidad es también "martirial". “Es un modelo fuerte, del que tenemos numerosos ejemplos a lo largo de la historia de la Iglesia, desde las comunidades de los orígenes hasta la época moderna, a lo largo de los siglos y en diversas partes del mundo”, señaló.

“No hay época que no haya tenido sus mártires, hasta el día de hoy. ¡Y no olvidemos también el nuestro, que tiene muchos mártires!” y observó: “A menudo se trata de comunidades enteras que han vivido heroicamente el Evangelio o que han ofrecido la vida de todos sus miembros a Dios”. 

Y la discusión se amplía aún más si consideramos la "dimensión ecuménica" del martirio, con todos aquellos pertenecientes a las diferentes confesiones cristianas. En primer lugar, el Papa mencionó a los 21 mártires coptos asesinados por yihadistas en una playa de Libia. Francisco, en el encuentro de mayo con el patriarca Tawadros II, anunció que habían sido introducidos en el Martirologio Romano. Mártires, por tanto, también para la Iglesia católica. “Murieron diciendo ‘Jesús, Jesús, Jesús’… en la playa”, recordó Francisco.

El Obispo de Roma también trajo el ejemplo de los que son perseguidos, como Asia Bibi, la campesina católica de Pakistán que fue protagonista de una odisea judicial que duró nueve años, incluyendo penas de muerte por blasfemia y prisión, hasta la absolución definitiva. “Estuvo muchos años en prisión, y su hija le llevaba la Eucaristía. Muchos años, hasta que los jueces dijeron que era inocente. "Un caso de vida cristiana vivida en continuo martirio", dijo el Papa, y concluyó: “Y hay muchas, muchas así, que con su testimonio dan testimonio de fe y de caridad”.