Se trata de una celebración de enorme trascendencia para los cristianos, en la que se recuerda, con gratitud y alegría, el designio divino por el que la Madre de Jesús quedó preservada del pecado original desde el momento mismo de su concepción.

Es ésta, quizás, la fiesta mariana más conocida y venerada de la cristiandad especialmente en los países hispánicos. El dogma de la Inmaculada Concepción de María, proclamado por Pío IX el 8 de diciembre de 1854 dice que "María, por un privilegio único, fue preservada de la mancha original desde el primer instante de su concepción".
 
Desde entonces esta festividad ha pasado a ser la más popular y solemne de la Virgen. Sin embargo ya desde el siglo VII se celebraba en Oriente, en Irlanda en el siglo IX, en Inglaterra en el siglo XI, y España, dos siglos antes de la definición dogmática, proclamó con autorización pontificia, a la Inmaculada como Patrona de España y de sus Indias. El concilio de Baltimore, la declaró Patrona de los Estados Unidos de Norteamérica.