Monseñor Juan Martínez, obispo de Posadas, en su carta para el tercer domingo de Adviento, comenzó diciendo: “La figura de san Juan Bautista, desde su austeridad profética, exhorta a convertirnos. Él es el profeta de la verdad. No dudó en denunciar a Herodes y en dar la vida por lo que creía”.

“Cuando con humildad somos capaces de revisarnos y evaluar cómo estamos construyendo, nos encaminamos a realizar un examen de conciencia y nos introducimos en el camino de reconciliación que nos permite, como al hijo pródigo, volver a la casa del Padre”, aseguró.

“La verdad nos lleva a encontrarnos con nuestros límites y pecados”, sostuvo y recordó: “Esta evaluación debe ser personal y comunitaria”.

Luego de citar el documento Navega mar adentro, de la Conferencia Episcopal Argentina; y una carta al Pueblo de Dios La doctrina social de la Iglesia, una luz para reconstruir la Nación; el obispo posadeño subrayó: “Sabemos que nuestro tiempo no se presenta fácil. ‘La Verdad’ no es habitualmente un principio constitutivo en las diversas construcciones sociales, políticas y económicas en nuestra cultura”.

“La crisis de la civilización y de valores está en gran parte causada -planteó- por haber construido muchas veces desde la corrupción y la mentira. Lamentablemente, estas formas de construcción social no sólo se dan en la dirigencia social, que desde ya tiene mayor responsabilidad, sino que se han popularizado, llegándose a veces a considerar como normal un fin bueno para justificar el uso de cualquier medio para alcanzarlo”.

“La falta de honestidad en las pequeñas o grandes corrupciones en el manejo del dinero son un flagelo, y siempre causan pobrezas de todo tipo”, especificó.

Antes de concluir, manifestó su agradecimiento a Dios por “la piedad popular expresada en las fiestas marianas de estos días”; por la ordenación sacerdotal de los padres Bruno, César y Leonard; por las ordenaciones diaconales de Leosvardo y Esteban; y por la beatificación del cardenal Eduardo Pironio: sin dudas un gran testimonio de fe y esperanza para nuestro tiempo”.

Finalmente, monseñor Martínez expresó: “Todo lo ponemos en las manos de Dios y de nuestra Madre, para que podamos responder mejor a la evangelización y a los desafíos que se nos presentan”.