En este segundo domingo de Cuaresma, Francisco hace su reflexión al Evangelio del Día, sobre el episodio de la Transfiguración de Jesús, pidiendo a cada uno que no apartemos nunca los ojos de la luz de Jesús, porque esto es lo que estamos llamados a hacer los cristianos en el camino de la vida.

Abrirnos a la luz de Jesús

“¡abrámonos a la luz de Jesús! Él es amor y vida sin fin. A lo largo de los caminos de la existencia, a veces tortuosos, busquemos su rostro, lleno de misericordia, de fidelidad, de esperanza”, dijo Francisco.

Para mantener los ojos siempre ante el rostro resplandeciente de Cristo debemos apoyarnos a la oración, la escucha de la Palabra, los Sacramentos, especialmente la Confesión y la Eucaristía, aconsejo el Pontífice, pero también mirar a los demás a los ojos.

Nuestro propósito en la Cuaresma

Es este el consejo que nos da Francisco en este tiempo: cultivar miradas abiertas, convertirnos en "buscadores de luz", buscadores de la luz de Jesús en la oración y en las personas.

Y concluye su reflexión preguntándonos si en nuestro camino, mantenemos la mirada fija en Cristo que nos acompaña, y al hacerlo, Francisco nos pregunta si dejamos espacio para el silencio, la oración, la adoración, si buscamos cada pequeño rayo de luz de Jesús, que se refleja en cada uno de nosotros y en cada hermano y hermana que encontramos, ¿se lo agradecemos?