Lleno de historia y de futuro, para entrelazar también con los pasos alentadores de la investigación, el abrazo del Papa Francisco a los empleados de las 6 sedes del Hospital Pediátrico Bambino Gesù. En el Aula Pablo VI, médicos, enfermeras, investigadores, personal administrativo, pacientes y familiares escucharon las palabras del Pontífice. En las primeras filas se veían las sonrisas de más de 200 niños, entre ellos pequeños extranjeros procedentes de algunas de las "periferias del mundo", donde no tendrían ninguna posibilidad de tratamiento o asistencia, y especialmente de escenarios devastados por la guerra, como Ucrania y Gaza. El motivo de la audiencia era el centenario de la donación del hospital por parte de la familia Salviati al Papa Pío XI. Desde ese día, el 20 de febrero de 1924, el Hospital Pediátrico Bambino Gesù, el primer hospital italiano dedicado enteramente a los niños, se ha convertido en "el Hospital del Papa" para todos.

Vidas que ayudan a la vida

A la llegada del Papa Francisco al Aula Pablo VI, un grupo de niños desplegó una pancarta con el lema "Vidas que ayudan a la vida", palabras que también acompañan varias iniciativas previstas para 2024. Algunos pacientes también ofrecieron al Pontífice una cesta con pensamientos escritos para él por niños y jóvenes hospitalizados en las distintas sedes del Hospital Infantil Bambino Gesù. Para no cansarse, Francisco pidió a monseñor Filippo Ciampanelli, de la Secretaría de Estado, que leyera el discurso. En el texto, el Pontífice subraya que cuando va al "Bambino Gesù" tiene dos sentimientos contrapuestos: "dolor por el sufrimiento de los niños enfermos y de sus padres", pero al mismo tiempo "una gran esperanza, al ver todo lo que allí se hace para curarlos". Francisco señala tres aspectos que marcan la historia de esta institución: el don, el cuidado y la comunidad.

El don

En la vocación del "Bambino Gesù", hoy "uno de los mayores centros de investigación y asistencia pediátrica de Europa", "sigue siendo fundamental el elemento del don, con los valores de gratuidad, generosidad, disponibilidad y humildad". Y es bonito recordar, añade el Papa, el gesto de los hijos de la duquesa Arabella Salviati que "dieron a su madre su hucha para construir un hospital para niños". En la misma línea, recuerda Francisco, es bueno mencionar, en nuestros días, "la generosidad de los muchos benefactores gracias a los cuales ha sido posible poner en marcha, en Passoscuro, un Centro de Cuidados Paliativos para pacientes muy jóvenes que sufren enfermedades incurables".

Sólo así se puede comprender plenamente el valor de lo que se hace, desde las cosas más pequeñas a las más grandes, y seguir soñando con el futuro. Pensemos, por ejemplo, en la perspectiva de una nueva sede en Roma, cuyos locales se han construido recientemente, con un acuerdo entre la Santa Sede y el Estado italiano. Así como el considerable compromiso económico ordinario y extraordinario, ligado a la protección y mantenimiento de estructuras y equipos; a la garantía de la calidad profesional de médicos y operadores; a la investigación científica; a la acogida de niños necesitados de todo el mundo, ofrecida sin distinción de condición social, nacionalidad o religión. En todo ello, dar es un elemento indispensable de su ser y actuar.

Cuidados

El cuidado, observó Francisco, es la primera de las tareas que caracteriza hoy al Hospital Bambino Gesù. Esta capacidad es la respuesta concreta 'a las sentidas peticiones de ayuda de las familias que piden asistencia y, cuando es posible, curación para sus hijos'. Y la "excelencia en la investigación biomédica" es importante.

Os animo a cultivarla con el impulso de ofrecer lo mejor de vosotros mismos y con especial atención a los más frágiles, como los pacientes con enfermedades graves, raras o ultra raras. No sólo eso, sino que para que la ciencia y la pericia no sigan siendo privilegio de unos pocos, les insto a que sigan poniendo los frutos de su investigación a disposición de todos, especialmente donde más se necesitan, como hacen por ejemplo contribuyendo a la formación de médicos y enfermeras africanos, asiáticos y de Oriente Medio. Hablando de cuidados, sabemos que la enfermedad de un niño implica a todos los miembros de su familia. Por eso es un gran consuelo saber que hay tantas familias atendidas por vuestros servicios, alojadas en instalaciones vinculadas al hospital y acompañadas por vuestra amabilidad y cercanía. Este es un elemento cualificador, que nunca debe pasarse por alto, aunque sé que a veces trabajáis en condiciones difíciles. Preferiríamos sacrificar otra cosa, pero no la amabilidad y la ternura.

Comunidad

El tercer punto indicado por el Papa es el de la comunidad. Una de las expresiones más bellas que describen la misión del "Niño Jesús", subraya el Pontífice, es "Vidas que ayudan a la vida". "Es bella, porque habla de una misión realizada juntos, con una acción común en la que el don de cada uno encuentra su lugar". Y esta es la "verdadera fuerza y el requisito previo para afrontar incluso los retos más difíciles".

En efecto, el suyo no es un trabajo como tantos otros: es una misión, que cada uno ejerce de manera diferente. Para algunos, implica la dedicación de toda una vida; para otros, la entrega de su tiempo como voluntario; para otros, la donación de su propia sangre, de su propia leche -para los bebés hospitalizados cuyas madres no pueden proporcionársela-, e incluso la donación de órganos, células y tejidos, ofrecidos por personas vivas o extraídos de los cuerpos de personas fallecidas. El amor lleva a algunos padres al gesto heroico de aceptar donar los órganos de sus hijos que no han sobrevivido. En todo esto, lo que surge es un "hacer juntos", donde los diferentes dones contribuyen al bien de los pequeños pacientes.

Tras el discurso leído por monseñor Ciampanelli, el Papa Francisco dio su bendición a los pacientes, a los médicos, a las enfermeras y a "todas las personas -dijo- que trabajan en este hospital y para este hospital".

El Hospital del Papa

Aquel pequeño hospital de la colina del Janículo que fue donado a la Santa Sede en 1924 es hoy uno de los mayores centros de investigación y asistencia pediátrica de Europa. Punto de referencia para las familias no sólo de Roma y el Lacio, sino también de Italia y el mundo, está repartido en 6 centros que ofrecen 627 camas y gestionan aproximadamente 95.000 ingresos en urgencias, 30.000 hospitalizaciones y más de 32.000 procedimientos quirúrgicos y de intervención al año. Entre las áreas asistenciales más innovadoras figuran la trasplantología, las enfermedades genéticas y metabólicas, la cardiología médica y quirúrgica, las neurociencias, la oncohematología y la rehabilitación. La atención médica se complementa con intensas actividades de investigación. Más de 300 pacientes son ingresados cada año con carácter humanitario por el hospital, que también participa en proyectos de cooperación internacional en 18 países para la formación de personal sanitario y la realización de operaciones altamente especializadas.