El arzobispo de Corrientes, monseñor Andrés Stanovnik OFMCap, presidió el tedeum por el 25 de Mayo en el santuario Nuestra Señora de la Merced, al que acudió el gobernador Gustavo Valdés y miembros del gabinete provincial.

“Dios quiera que hoy el templo sea el lugar para dar gracias a Dios, porque dimos un paso más para ser una verdadera patria de hermanos y hermanas”, destacó en la predicación

“Hermanados en ese hondo sentido de gratitud a Dios, nos unimos a los mismos sentimientos de los hombres y mujeres de aquel mayo de 1810, quienes también, como lo hacemos nosotros hoy, agradecieron el don de la Patria. Ellos lograron unir la plaza con el templo”, graficó y agregó: “En la plaza gritaron libertad y en el templo agradecieron la verdad que los hizo libres”. 

El arzobispo correntino aseguró que “el grito de libertad no fue solo la conquista libertaria de algunos, sino una respuesta a la verdad que Dios quería para todo su pueblo”.

“Para los cristianos la verdad con mayúscula es Jesucristo y su Evangelio, que desafía constantemente nuestra libertad para que la ejerzamos en la dirección correcta, vale decir, en una constante salida de nosotros mismos, evitando la sutil y engañosa dicotomía entre la plaza y el templo”, puntualizó.

“La dimensión trascendente que nos proporciona el templo ilumina y da sentido a la plaza, en la que debemos potenciar mucho más nuestra educación para la ciudadanía, el bien común, el interés de la comunidad por sobre los intereses particulares, la atención a las minorías, el respeto y valoración de una opinión diferente, un sano y honesto ejercicio de oposición política, que colabore con los proyectos en favor de la comunidad y los enriquezca con sus aportes y sus observaciones críticas; el diálogo franco y respetuoso y la tolerancia hacia una saludable diversidad. Es así como nos ejercitamos en la verdad que nos hace libres”, sostuvo.

Monseñor Stanovnik invitó a pedirle a Dios “que, en esta compleja situación que nos toca atravesar en nuestra Patria, la gracia de ser razonables y no arrebatados; tener el temple de escuchar con paciencia hasta ver que el otro siempre tiene algo bueno que aportar”. 

“Unamos nuestra oración a la de tantos creyentes de los diversos credos; y compartamos nuestros buenos deseos con todos los hombres y mujeres de buena voluntad, y juntos, todos, supliquemos a nuestra tierna Madre de Itatí por nuestro pueblo y por sus gobernantes, para que nos conceda un gran amor a tu Divino Hijo Jesús, la verdad que nos hace libres y nos enseña a unir la plaza con el templo, la fe y la vida; y un corazón humilde y prudente, para caminar juntos como un pueblo de hermanos con dignidad, tolerancia, respeto, fraternidad y paz”, concluyó.