Monseñor Jorge Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo, destacó que cada año para el Día del Padre se dedica un momento especial para honrar a "esos hombres que, en silencio, dedican sus vidas a guiar, proteger y amar a sus hijos".

"Un padre no sólo engendra vida, sino que la acompaña en cada paso, se hace cargo y no se escapa eludiendo responsabilidades, incluso en los momentos más difíciles. Su presencia, aunque a veces sutil, es una fuerza constante que sostiene y nutre a su familia", valoró.

"Dos verbos conjuga en forma simultánea: cuidar y acompañar. En cuanto al primero lo vemos protegiendo, como quien cubre y cobija para evitar daños que pueden venir desde afuera. En el segundo, camina junto al hijo para colaborar en desplegar las propias cualidades del pequeño con la mirada puesta en el mundo", profundizó.

El arzobispo sanjuanino aseguró que "el papá trabajador es un ejemplo de dedicación y sacrificio. Desde temprano en la mañana hasta tarde en la noche, se esfuerza con su esposa para que su familia tenga una vida digna. Luchando con fuerza incluso en la mitad de las familias que están bajo la línea de pobreza".

"Su amor se manifiesta en cada tarea que realiza, ya sea en el trabajo o en el hogar. Este esfuerzo a menudo implica sacrificios personales, desde largas horas de estar fuera de casa, hasta la renuncia a sus propios sueños y deseos para asegurar que sus hijos tengan un futuro mejor", agregó y comparó: "En San José encontramos el modelo de padre trabajador".

Monseñor Lozano reconoció que "a menudo, los padres sufren en silencio. La presión puede ser abrumadora mientras que las expectativas sociales pueden añadir una carga adicional". 

"Sin embargo, su fortaleza y resistencia son admirables. Incluso en los momentos de dolor y fatiga, continúan adelante con una sonrisa, escondiendo sus propias preocupaciones para mantener a su familia", añadió.

Emociones y sufrimientos
El arzobispo aseguró que "un padre experimenta una gama de emociones a lo largo de su vida" y detalló: "Las alegrías de un papá se encuentran en los momentos cotidianos: los primeros pasos, el comienzo del hablar, la risa de su hijo, los logros académicos y deportivos, las cenas en familia, y las conversaciones profundas que forjan vínculos duraderos. Cada pequeño triunfo de sus hijos es un motivo de orgullo y felicidad".

"Sin embargo, también enfrentan sufrimientos. Ver a sus hijos luchar, fallar o enfrentar dificultades puede ser doloroso. La preocupación constante por su bienestar y futuro es una carga que llevan en el corazón. Pero incluso en estos momentos de preocupación, un padre encuentra la manera de brindar apoyo y aliento, enseñando a sus hijos a levantarse y seguir adelante", destacó.

"Ser padre también implica saber cuándo acompañar a la distancia. Es un delicado equilibrio entre estar presente y no ser invasivo o sobreprotector. Los padres deben permitir que sus hijos cometan errores y aprendan de ellos, confiando en que les han dado las herramientas necesarias para navegar por la vida. Esta distancia no disminuye su amor ni su preocupación; al contrario, demuestra su confianza en las habilidades y el juicio de sus hijos", planteó.

Monseñor Lozano consideró que "el desafío es ser un guía sin imponer, un protector sin sofocar. Los padres deben encontrar la manera de estar disponibles y accesibles, sin interferir en el crecimiento y la independencia de sus hijos. Es un acto de amor que requiere sabiduría, paciencia y un profundo entendimiento de sus hijos y sus necesidades".

"San José, el padre terrenal de Jesús, es a menudo citado como el modelo ideal de paternidad. Su vida es un testimonio de la humildad, la obediencia y el amor incondicional. A pesar de las incertidumbres y desafíos que enfrentó, San José siempre se mantuvo firme en su papel de protector y guía de su familia", recordó.

Su disposición a aceptar y cumplir con la voluntad de Dios, su trabajo arduo como carpintero y su silenciosa pero firme presencia, lo convierten en un ejemplo. No solo proporcionó sustento material, sino que también ofreció un entorno de amor y seguridad en el que Jesús pudo crecer y desarrollarse plenamente en el trabajo, la sabiduría, la piedad de su pueblo.

El arzobispo de San Juan consideró que este día "es una oportunidad para reconocer y celebrar la labor incansable y el amor incondicional de los padres. Su papel en la familia y en la sociedad es fundamental y multifacético, abarcando desde su dimensión económica a ser maestro, modelo y guía".

"A través de sus esfuerzos y sacrificios, demuestran un amor que es profundo y duradero. En este día especial, honremos a todos los padres y recordemos la importancia de su presencia en nuestras vidas, siguiendo el ejemplo de San José como un faro de paternidad ejemplar", concluyó.