La Conferencia Episcopal Argentina (CEA) y la Conferencia Episcopal Chilena (CECh) firmaron una declaración conjunta, con motivo del 40º aniversario del Tratado de Paz y Amistad entre la Argentina y Chile, el cual "evitó la guerra entre pueblos hermanos".
En su declaración -hecha pública hoy, 6 de noviembre-, los obispos de ambos países le "agradecen a Dios", porque con ese acuerdo primaron "el diálogo y la paz". Al mismo tiempo, hacen una memoria agradecida hacia el Papa san Juan Pablo II, que ofreció su mediación entre ambos países, dirigida por los cardenales Antonio Samoré y Agostino Casaroli.
Los obispos argentinos y chilenos confían, asimismo, en que "este camino se pueda seguir profundizando, para bien de nuestros pueblos", y esperan que ese espíritu "de encuentro y acuerdo entre las naciones" pueda "suscitar iniciativas y políticas para resolver tantas carencias y crisis sociales que vivimos en nuestro continente".
La CEA y la CECh concluyen poniendo bajo el amparo de la Santísima Virgen María, en sus advocaciones de Nuestra Señora de Luján y Nuestra Señora del Carmen -patronas de la Argentina y de Chile, respectivamente-, "la vida de nuestros países y sus actuales desafíos de desarrollo".
Texto de la Declaración
El próximo 29 de noviembre, se cumplen 40 años de la firma del Tratado de Paz y Amistad entre la Argentina y Chile, que puso fin al conflicto del Beagle, acordando la delimitación marítima entre ambos países, y estableció un acuerdo para la solución pacífica de controversias.
Las Conferencias Episcopales de la Argentina y Chile damos gracias a Dios porque, en aquellos años difíciles, primaron el diálogo y la paz, y se evitó una guerra entre pueblos hermanos. Especialmente, damos gracias por la mediación papal, ofrecida por san Juan Pablo II y dirigida sucesivamente por los cardenales Antonio Samoré y Agostino Casaroli. Asimismo, por todos aquellos que estuvieron implicados en las negociaciones y que, con su sabiduría y prudencia, lograron resolver pacíficamente un tiempo de tensión y de enfrentamiento. "Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios" (Mt. 5, 9).
Hoy, agradecemos la paz y la integración entre ambas naciones, y confiamos en que este camino se pueda seguir profundizando, para bien de nuestros pueblos. Esperamos que el espíritu de encuentro y de acuerdo entre las naciones, especialmente en nuestra América Latina, pueda suscitar iniciativas y políticas para resolver tantas carencias y crisis sociales que vivimos en nuestro continente, y que afectan especialmente la vida de los más pobres.
A la Virgen María, bajo las advocaciones de Nuestra Señora de Luján y Nuestra Señora del Carmen, le encomendamos la vida de nuestros países y sus actuales desafíos de desarrollo. Que la Cordillera y el Mar, junto a otros tantos dones y realidades que compartimos, sean instrumentos de unión y de encuentro, y nunca de división y confrontación.
Misa en la catedral porteña
Con motivo de este aniversario, el presidente de la CEA, monseñor Oscar Ojea, presidirá una "misa por la paz" este miércoles 6 de noviembre, a las 16.30, en la catedral porteña.
El nuncio apostólico en la Argentina, monseñor Miroslaw Adamczyk, y el administrador apostólico de La Plata y secretario general de la CEA, monseñor Alberto Bochatey OSA, concelebrarán la Eucaristía, de la que participará, entre otras autoridades, la vicepresidenta de la La Nación, la doctora Victoria Villarruel.
En tanto, también los obispos chilenos celebrarán una misa por el mismo motivo en el santuario nacional de Maipú.
El Tratado de Paz y Amistad del 29 de noviembre de 1984 fue suscripto en El Vaticano por los cancilleres de aquel momento -Dante Caputo, por la Argentina, y Jaime del Valle, por Chile-, tras varios meses de negociaciones y la intervención del Papa Juan Pablo II.
Cuatro días antes de la firma del acuerdo, en la Argentina se realizó una consulta popular que avaló su contenido, mientras que el 30 de diciembre de ese año, la Cámara de Diputados le dio media sanción y el Senado le dio su aprobación definitiva el 14 de marzo de 1985, al sancionarlo como Ley 23172.