El 20 de abril de 1586 nació en la Ciudad de los Reyes (actual Lima, Perú), de padres españoles, la niña Isabel Flores, a la que por su belleza todos la llamaban Rosa. Fue la primera flor de santidad que dio América del Sur. Desde pequeña hizo voto de virginidad y consagró su vida a Dios. La Ciudad de los Reyes, en plena época colonial, fue testigo de las virtudes de Rosa. Para mejor cumplir con su voto y practicar las virtudes en forma heroica, ingresó en la Tercera Orden Dominicana. A los 31 años de edad, Rosa murió en Lima, Perú, el 24 de agosto de 1617. Clemente X la canonizó el 12 de abril de 1671. Su fiesta se celebra en la Iglesia universal el 23, pero el Episcopado Argentino y otros episcopados de América la celebran el 30 de agosto, fecha tradicional en toda América. El 14 de setiembre de 1816 el Congreso de Tucumán, a propuesta del diputado Fray Justo Santa María de Oro, declaró a Santa Rosa Patrona de la Independencia argentina. Santa Rosa, primera santa de América, nos anima a encontrar a Jesús en el hermano y a buscarlo a tiempo y a destiempo, a través de la oración. Ella solía decir: “Cuando servimos a los pobres y a los enfermos, servimos a Jesús”. ¡Hagámonos servidores del hermano que está en necesidad! En ellos está Cristo sufriente.