Después de presidir la misa en la catedral de Roma por la dedicación de la basílica de San Juan de Letrán, el papa León XIV dirigió el rezo del Ángelus desde la Plaza de San Pedro y elevó una sentida súplica por la paz en el mundo.
En su mensaje, denunció con firmeza la matanza de civiles inocentes -entre ellos niños, ancianos y enfermos- víctimas de los combates y bombardeos en diversas regiones del planeta.
"Muchos han sido asesinados en combates y bombardeos, a pesar de que eran civiles, niños, ancianos, enfermos", lamentó el pontífice, visiblemente conmovido, al recordar a quienes pierden la vida por la violencia y la guerra.
León XIV hizo un llamado urgente a la comunidad internacional para detener la espiral de violencia y abrir caminos de diálogo: "Si se quiere verdaderamente honrar su memoria, se debe hacer un alto el fuego y que se haga un compromiso en las negociaciones".
El Papa subrayó que la memoria de los difuntos -celebrada por la Iglesia hace unos días- debe mover los corazones hacia la conversión y la fraternidad, recordando que cada vida humana es sagrada y que la paz nunca se construye con armas, sino con gestos concretos de reconciliación y justicia.
Cercanía a la población de Filipinas
En su mensaje, también expresó su cercanía a la población de Filipinas, duramente golpeada por un violento tifón que ha causado víctimas y graves daños materiales. El pontífice aseguró su oración por los afectados y agradeció a todos los que, en distintos lugares del mundo, se comprometen en obras de ayuda y solidaridad.
"Que el Señor sostenga a las comunidades que sufren y dé fuerza a quienes trabajan por la paz, por los heridos, los desplazados y los más frágiles", pidió León XIV antes de impartir la bendición final.
Con tono pastoral y esperanzado, el Papa concluyó exhortando a los fieles a no ceder ante la indiferencia: "La paz comienza en el corazón de cada uno. No nos cansemos de rezar, de ayudar y de tender la mano a quienes hoy sufren por la violencia y las catástrofes naturales".