En su reflexión semanal titulada "Conversión concreta, desde el corazón a las obras", monseñor Jorge Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo, destacó la figura desafiante de Juan el Bautista como guía para vivir el Adviento con autenticidad y compromiso. Lo describió como "una persona tan necesaria como molesta", cuya voz interpela porque anuncia lo esencial sin suavizar exigencias ni buscar reconocimiento.
A partir del Evangelio de Mateo, que sitúa al Bautista predicando en el desierto del Jordán, Lozano recordó la fuerza de su llamado: "Conviértanse, porque el Reino de los cielos está cerca". Señaló que Juan no ofrece un mensaje abstracto ni ritualista, sino un reclamo directo a revisar la vida y a demostrar la fe mediante "obras justas, honestas y solidarias".
Por eso, insistió en que la conversión verdadera se verifica en acciones concretas: "No basta con buenas intenciones; es necesario tomar decisiones reales que transformen nuestra conducta y beneficien a quienes nos rodean".
Tender la mano, pedir perdón...
El arzobispo sanjuanino advirtió que, en ocasiones, la conversión se reduce a un concepto vago, cuando en realidad implica modificar actitudes cotidianas: tender la mano al necesitado, pedir perdón con sinceridad, abandonar hábitos dañinos y construir vínculos marcados por la verdad y la coherencia.
En ese sentido, destacó la austeridad y valentía del Bautista, "que denunció injusticias sin buscar la aprobación de nadie", y su profunda humildad al reconocer que no era el Mesías, sino el que preparaba el camino del Señor.
Monseñor Lozano subrayó que la transformación personal no requiere gestos extraordinarios, sino "pequeñas fidelidades diarias" que abren el corazón a la presencia de Jesús. Cada paso -por mínimo que parezca- orientado hacia la caridad, la justicia y la verdad contribuye a vivir el Adviento como un tiempo de renovación interior.
Finalmente, recordó que este lunes, en la solemnidad de la Inmaculada Concepción, muchas familias comienzan a armar el pesebre. Invitó a rezar frente a esta escena navideña, dejando que cada figura ayude a contemplar el misterio de la encarnación y a preparar con sinceridad el corazón para la llegada del Señor.