La celebración, que tuvo lugar en el histórico Santuario de la Santísima Cruz de los Milagros, fue también el escenario del cierre del Año Vocacional Arquidiocesano y del tradicional Envío Misionero, recordando que cada vocación nace del encuentro con Dios y se concreta en la entrega a los demás.
🙏🏻La Santa Misa fue presidida por Mons. José Adolfo Larregain, quien en su homilía ofreció un mensaje profundo y esperanzador. Inspirado por el ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret, recordó que la familia es el primer taller donde se aprende el arte de amar, perdonar y confiar.
"La familia no se sostiene con perfección, porque no existe la familia perfecta. La familia se sostiene con perdón", expresó el obispo, invitando a los presentes a grabar esta verdad en sus corazones.
Mons. Larregain también subrayó el valor de la esperanza como virtud activa, esa pequeña luz que “nace todas las mañanas” y sostiene la vida incluso en medio de los temporales, tanto climáticos como espirituales. En un emotivo pasaje, recordó el testimonio de fe de tantas familias correntinas que, aún en medio de la adversidad, no sueltan la mano de Dios.
El Año Vocacional, que se extendió más de lo previsto, fue descrito no como un cierre, sino como un nuevo comienzo: un llamado a despertar vocaciones en nuestras comunidades, a animar a otros a responder al llamado de Dios, ya sea en el sacerdocio, la vida consagrada o el compromiso laical.
“Este año jubilar no termina, se transforma en misión”, dijo el obispo, resaltando que la gracia recibida ahora se convierte en responsabilidad.
Al finalizar, Mons. Larregain propuso tres palabras para llevar en el corazón:
🔹 Agradecer: por todo lo vivido, sanado y comenzado.
🔹 Confiar: como San José, aún sin certezas.
🔹 Salir: de uno mismo, para ir al encuentro de los demás con audacia y esperanza.
Esta noche no fue solo una clausura, sino también un envío. Un nuevo comienzo para seguir caminando como "peregrinos de esperanza", tal como lo propuso el Papa Francisco al inicio del Año Jubilar.
La Iglesia de Corrientes, unida en oración y misión, se despide de este tiempo jubilar con el corazón encendido, sabiendo que no se termina una etapa, sino que se transforma en un camino renovado de fe, servicio y esperanza. Fuente: Radio San Cayetano de Corrientes.-